Desde el rincón de los recuerdos de mi mente hasta los lugares más remotos existentes o no que podamos encontrar en el universo. Ese es el camino que ha recorrido es la luz que mi sonrisa y mis ojos desprendían, ese ha sido el camino exacto que ha seguido esta mente para llegar a las siguientes conclusiones.
La delgadez de las líneas. Eso es. Son tan delgadas las líneas, ¿de verdad sirven como separadoras?. Son tan delgadas que a menudo nos producen serias confusiones o nos provocan caer en ciertos errores. Son tan finas las líneas que separan la vida de la muerte, la valentía de lo temerario, lo correcto de lo incorrecto, la profesionalidad de la flipadura, al dosificado y al gandul, son tan finas las líneas de los campos de fútbol que todavía hay goles fantasmas, son tan finas las líneas que separan lo maduro de lo podrido, lo real de lo ficticio, las cosquillas de la tortura, lo recto de lo obsesivo, el atardecer del amanecer...son tan finas las líneas que separan la niñez de la madurez que uno cruza de un lado a otro sin darse cuenta, cuando echas la vista atrás te das cuenta del camino recorrido. Es tan fina la línea que te levantas siendo un niño inocente y te acuestas siendo un hombre experimentado que ha visto la cara más amarga de la vida. Yo me pregunto - si viésemos la línea...¿cruzaríamos?...- por ello es tan fina, para evitar eso. Pero que la línea sea tan fina tambien tiene cosas buenas. Te permite confundir etapas, es como volver al pasado. Es hacer un homenaje, un homenaje ya mencionado en otras ocasiones. Quise ver aquel niño y lo ví...quise pensar igual que aquel niño y pensé igual...quise ver el mundo con los ojos de aquel niño y lo ví...quise volar a la misma altura y lo logré...pude volar muy alto pese a tener un cuerpo más pesado que por aquel entonces. Mi vida me permitió este respiro...y lo agradezco. Para hacer una buena película, hay que reunir unos buenos actores, un buen director, buen vestuario y un escenario que concuerde con el tiempo en el que transcurre la historia...todo eso lo conseguí.
La metadona del melancólico es esta. Pide con ansiedad y desesperación un momento que le haga descansar. Pide con ansiedad y desesperación un instante que lo engañe y le haga pensar que el mundo que él imagina es el real, y que lo más importante es su necesidad; una necesidad que crece con acciones como esta.
Vivo la vida en blanco y negro...no me saquéis de aquí si de verdad me queréis, estoy muy bien...si me lleváis a vuestro mundo me encontraría como un delfín en el mar muerto, un policía en el cielo, una princesa en el metro. Dejemos al borracho en el bar, dejemos al ludópata en el casino, y a mi el nostálgico, el melancólico dejadme en aquellos tiempos.
Yo me entiendo con mi locura.
1 comentario:
yo sigo cruzando la linea...
dia si, dia tambien...
alante, atras, alante, atras, alante, atras...
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