Mismo escenario, misma música...pero hay algo que ha cambiado y todavía no atino a saber qué es. Me he perdido y encontrado tantas veces a mí mismo que decidí tatuarme con letras de fuego el camino, para perderme...pero poder encontrarme. No hace falta disimular...la barba no me lo permite, ¿será por algo? Tampoco me interesa disimular. Prefiero practicar una política trasparente.
Lo admito, siempre fui un poco caprichoso. Pero ese punto de inmadurez será clave en todos los éxitos que vengan...porque vendrán. El grado eterno de insatisfacción, de negarme a resignarme ante muchas cosas que para algunos son cotidianas son mis zancadas y son potentes.
Alguna vez me detuve, pero solo para mirar atrás. Creí que todo lo vivido era tan grande, que jamás podría ser superado por nada. La ausencia de preocupaciones, o preocupaciones intrascendentes (como queráis) me cegaron...Pero hay demasiado espacio por conocer ahí arriba. No puedo quedarme aquí. Mil y una aventuras que vivir, que despertarán esa parte de mi que hoy calla y se esconde.
Hace años construí mi universo particular...mi mundo, yo decidía quién entraba, quién salía; lo construí a medida, un poco más grande que aquellos años locos, siempre pensé que aquel lugar, mi universo...era gigante...pero hoy ese mundo se ha quedado pequeño...una vez más me equivoqué en los calculos, jamás pensé que alguien más grande que todo lo que había vivido entraría allí...
Ese mundo ha quedado irremediablemente atrás...ley de vida. Creo que en mi vida los sueños nunca podrán ser eternos...me gusta el reto que la vida me ha planteado, me gusta que me digan lo difícil que es, me gusta la compañía, lo que supone y lo que propone, no hay miedo, ni envidias ni rencores...sólo ganas de disfrutar del viaje. Descubrí, que en mi vida, habría tantas edades de oro como yo quisiera...que no es el sitio ¡¡es la compañía!!
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